Narra Justin.
El dia que ______ y yo nos peleamos, me sentí roto por dentro. Queria demostrarle que era lo más imporante para mi. Que era la única persona que necesitaba para ser feliz. No tenia mucho tiempo, pero con la ayuda de Ryan y los demás preparé el día de mañana. Y quería que todo fuera perfecto.
Narras tú.
Un golpe seco me despertó. Venía de fuera, de mi balcón. La habitación estaba a oscuras, así que me levante aun dormida y abrí la luz. Eran las diez y media de la mañana. Fui a abrir la persiana, con mi típica parsimonia. Empecé a subirla, y mi sorpresa fue ver un paquete. Un paquete de medidas no muy grandes, más bien pequeñas atado a una cuerda fina que provenía de la habitación de Justin. Salí al balcón, y lo cogí. Recordé el mensaje que Justin me envió anoche.
“será un día lleno de sorpresas”
Entre a dentro, con el paquete en manos. La curiosidad me invadía. Me senté en mi cama, y lo observe. Era un simple paquete de color morado. No estaba envuelto en papel, ni nada. Mis nervios estaban a flor de piel, así que no me hice esperar más, y lo abrí.
Dentro había una foto. Una foto mía. Una foto que se tomo, el día que todos estábamos en la plaza, sin que me diera cuenta. Salía yo, riendo junto a Justin. No entendía nada. Cuando saqué la foto de la caja, vi que debajo de esta había una nota plegada junto a una llave pequeña.
“You've got that smile, That only heaven can make”
Sonreía como una autentica idiota. Justin tenía la capacidad de hacerme feliz, con cualquier tontería. Ese simple detalle me alegro la mañana. Guardé la foto dentro de la caja, y la coloqué dentro de mi armario. Me quede mirando la llave, sin saber porque me la había dado. Seguramente era la llave de un candado, pero no entendía nada. La deje encima el escritorio, y baje en busca de mi madre.
Demasiado tarde, ya había salido a trabajar. Desayune mis cereales de siempre, y subí arriba para ver qué podía hacer. Vi que mi móvil vibraba.
Justin; pensé.
Tenía dos mensajes: Uno de mi madre, recordándome que tenía que enviarle un mensaje cada 5 horas. Y otro de Justin.
“Buenos días princesa. Ha habido un cambio de planes. No voy a poder ir a casa de Ryan, pero tú sí. Te vendrá a buscar María, luego en la acampada nos veremos. Échame de menos, que yo ya lo hago”
No me gustaba el mensaje. No quería estar sola con los demás, aunque me cayeran bien. Quería saber porque no iba a venir, así que luego se lo preguntaría a María.
Decidí demostrar a mi madre, que era el modelo de hija ideal. Así que hice algunas tareas de casa. Empecé ordenando mi habitación, luego pase la aspiradora por el salón y puse los platos en el lavavajillas. Intenté hacer la colada, pero fue un intento fallido.
Acabé reventada, así que subí a ducharme. Justo cuando me estaba aclarando el jabón del cuerpo, el timbre sonó.
-Que oportuno todo – dije estresándome.
Me aclaré rápidamente, me enrolle en una toalla gigante y baje las escaleras a velocidad mortal.
-¡YA VOY! – repetí tres o cuatro veces seguidas.
Miré por la mirilla y vi que era María. Abrí la puerta, escondiendo mi cuerpo detrás de esta.
-Hola – me miro, incrédula – por lo que veo no llego en un buen momento.
-No, es igual – sonreí – pasa.
Necesitaba cambiarme, así que subí arriba a hacerlo.
-Voy a cambiarme – dije, subiendo las escaleras – si quieres, sube a mi habitación.
-Claro.
María era una persona muy alegre, y lo sabía con tan solo haber estado unas horas con ella. Pero hoy, la notaba diferente. Como si me ocultara algo.
Entre al baño, y me puse la camiseta que Justin me dejo el día que estuve en su casa.
Me recordaba a él, y por eso la conservaba como si fuera un tesoro.
-¿De qué me suena esta camiseta? – dijo Maria, riéndose al verme salir - ¿Justin?
-Puede – me reí - ¿Por qué no viene Justin?
María dudo un poco antes de contestarme.
-Tenía que hacer una cosa – me miro – tenemos que irnos. Si llegamos tarde, Ryan se pondrá histérico.
Intentaba averiguar que podría estar haciendo Justin, pero no tenía ni la menor idea.
Me sequé el pelo, bajo la atenta mirada de María.
-¿Puedo elegir que te vas a poner? – se levanto, en dirección a mi armario.
-Como quieras – contesté – es una simple acampada.
Abrió mi armario, y empezó a buscar. Decidió hasta que accesorio me pondría.
-¿Crees que hace falta ir así? – pregunté, mirando su elección – es una acampada.
-Tu póntelo – me dedico una mirada asesina – no me hagas obligarte a malas.
Me vestí con lo que María había elegido (http://www.polyvore.com/sdjllakgf/set?id=40812702)
Iba a coger la mochila, pero ella me lo impidió.
-No te va a hacer falta – sonrío – coge solo tu bolso.
Cogí mi bolso, y guarde todas mis cosas. La llave de Justin, también.
Bajé junto a ella, cogí mis llaves y nos fuimos. Vi un coche aparcado en la entrada de casa.
-Espero que no esté aquí, cuando llegue mi madre – dije, señalando el Volvo Blanco – si no, llamara a la grúa.
Fue entonces, cuando escuche un “pip” y María abrió la puerta del coche.
-¿Te llevo? – dijo irónica
Entre al coche, perpleja.
-No sabía que tenias coche propio – me puse el cinturón.
-No soy la única – dijo, arrancando el motor – Justin también tiene el suyo.
Vaya, la única que no tenia coche era yo. A mi madre no le gustaba la idea de que condujera y a mi padre mucho menos.
Llegamos a casa de Ryan. Me fije en que ni Chaz ni Jasmine estaban. Al preguntar por ellos, nadie me contesto.
Pase toda la comida pensando en Justin, y porque todos actuaban de esa manera tan extraña. Me fije en Blair; me miraba con cara sorprendida, como si supiera algo y se preguntara porque tenía que ser yo.
Mi curiosidad era máxima por saber que planeaba Justin, tanto que no me di cuenta de lo rápido que paso la tarde.
-¿Nos vamos ya? – dijo Ryan, mirando el reloj – son las ocho.
-Si, mejor vámonos – Salí junto a María hacia fuera y entramos en el coche.
-¿Y Ryan? – pregunté.
-Va a buscar a Chaz y Jasmine – me miro – nos lo encontraremos luego.
Maria arranco, sin decir nada más. Justin me prometió sorpresas y las estaba teniendo.
Otra cosa era que me gustaran.
Íbamos hablando, cuando María paro el coche en una gasolinera.
-¿Puedes ir a comprar una cosa? – dijo, buscando algo en su bolso
Dude un instante, no sabía lo que pretendía.
-Si… Claro.
María me pidió que comprara agua, para la noche. Baje del coche, y entre en la típica tienda que hay en la gasolinera. Estaba en la cola, cuando mi teléfono sonó, por 4rta vez ese día.
“Lo siento cielo, ya lo entenderás”
Era un mensaje de María. No entendía nada, hasta que mire hacia fuera. Ni el coche ni Maria estaban.
Me estaba volviendo paranoica. Todo el mundo actuaba de manera extraña, y Justin era el responsable.
Salí a fuera, sin saber qué hacer. El dependiente me miro extrañado, vete a saber que pensaba.
Estaba oscureciendo ya, y yo me encontraba en una gasolinera perdida sin saber qué hacer. Me senté en el suelo, y repose mi cabeza sobre mis rodillas. Buscaba una idea, pero dentro de mis planes nunca se me había ocurrido que me abandonaran en una gasolinera.
Fue entonces cuando mi móvil, volvió a sonar:
“Confía en mi. Sabes que nunca dejaría que te pasara algo malo. Todo tiene una explicación, que ahora mismo sabrás”