sábado, 1 de diciembre de 2012

Capítulo 12



Narras tú.

-_______, te quiero y quiero que te oficialices como mi novia – dijo Justin, sacando a la vez una cajita de color marrón.

¿Novia? No me podía creer nada de lo que pasaba. Demasiado perfecto todo para ser real. Quería gritar y decirle que sí, pero no me salían las palabras. Le mire, estaba indeciso esperando mi respuesta. Cogí la caja de sus manos, y la abrí. Era una pulsera. Un candado, que dentro tenía la letra “J” de Justin
(http://www.polyvore.com/asfioysdgfdskfjasdglds/set?id=41521047)

Poco faltaba para que empezara a llorar. Justin me había dedicado una de las palabras más bonitas que en mi vida me habían dicho, y yo no sabía cómo agradecérselo.

-Claro – contesté, casi sin voz.

Vi como Justin sonreía aliviado. Me quito la caja de la mano, y saco la pulsera. Agarro mi mano delicadamente, mientras me sonreía y me puso la pulsera. Perfección no, lo siguiente. Justin se levanto, y yo hice lo mismo. Quería abrazarle y no soltarle nunca.

Quería decirle tantas cosas, pero no me sentía capaz en ese momento. La emoción, impedía que pudiera expresarme bien.

-Te quiero demasiado – dije, abrazándole mas fuerte.

Me separe un poco de él, para ver su cara y le besé. Justin separo sus labios de los míos, y me cogió la cara entre sus manos.

-Me has hecho la persona más feliz del universo – sonrió – Gracias.

-Gracias a ti, por todo esto. – intente que no sonara patético, pero no lo conseguí.
Justin, soltó una de esas pequeñas carcajadas típicas en el.

-Pues esto es solo el principio – me ofreció su mano - ¿Me acompañas?

Le cogí la mano sin saber que tenía planeado. Me asustaban sus ideas.

-¿Qué has hecho otra vez? – pregunté, mirando a mi alrededor.

-Ya lo veras, tu sígueme – contesto, sin prestar atención a mis nervios.

Aun estábamos en la playa, pero bastante separados de el muelle. Observe a mi alrededor, y vi una gran tienda de campaña situada enfrente nuestro.

-Tranquila, cabremos los dos. Ryan me dijo que era muy grande por dentro – dijo, arrastrándome hacia la tienda de campaña.

-¿Vamos a dormir juntos? – dije, sin poder esconder mi sorpresa.

Justin empezó a reír descaradamente. Solo le faltaba tirarse al suelo, y empezar a patalear. Tardo un rato al calmarse, y poder contestarme.

-Que no te voy a comer, eh – dijo, intentando sonar serio – bueno… Si me dejas si.

Ignore la parte final de sus palabras. Gracias a ellas, me puse más roja de lo que estaba. Intentaba tranquilizarme pensando en cosas desagradables. Pero no podía. Me aterraba el pensar que podía llegar a pasar ahí dentro, a solas con Justin.

-Eh, si quieres nos vamos con los demás – me susurro, abrazándome por la espalda.

-No. – Conteste rápidamente – No, de verdad.

El se limito a sonreír, e hizo el gesto para que entrara dentro de la tienda de campaña.

-Voy a enviar un mensaje a mi madre. Se lo había prometido – dije, sacando el teléfono del bolso – Ahora vengo.

Cuando Justin se metió dentro, corrí hacia algún lugar alejado para que no me escuchara. Envié un mensaje a mi madre como le prometí, y llame a María. Si hubiera llamado a cualquier otra amiga, hubiese tardado demasiado. Además, consideraba a María una de mis amigas y ella ya sabía toda la historia.

-María – le espeté, al escuchar que descolgó – Te odio.

-“Hola cariño! Yo también te quiero” – escuché como reía.

-Necesito consejo. Ya sabes, voy a dormir con Justin… - me invadía la vergüenza – ya me entiendes…

-“Emm… la pregunta es ¿tenéis condones?” – María no me tomaba en serio, y eso me hacia estresarme más aun.

-María, no tiene gracia.

-“Perdona cielo. Escúchame, relájate. Respira hondo, debes tranquilizarte. No va a pasar nada si tú no quieres que pase. Estoy segura que Justin te querrá igual. Y no te obligara a hacer nada que tú no quieras.” – sus palabras me aliviaron – “te dejo, que me reclaman. Pásalo bien, corazón”

Y colgó.

María tenía razón. Sus palabras me tranquilizaron. Era obvio que Justin no me obligaría a hacer nada en contra de mi voluntad. Le conocía bien, y él no era ese tipo de chico. Otra vez, las estúpidas mariposas invadían mi estomago. Hablar con Maria, había sido buena idea. Quien hubiese llegado a pensar que me tranquilizaría. Justin se había esforzado a preparar una velada perfecta, y no quería estropearlo todo. Camino hacia donde estaba la tienda, pensé en que podía hacer para evitar, situaciones incomodas. Oficialmente, era la novia de Justin. Era sin duda la mejor noche de mi vida, y quería que lo siguiera siendo. Llegué a donde estaba la tienda de campaña. Respire hondo y entré. Pasara lo que pasara, nada cambiaría entre él y yo.

0 comentarios:

Publicar un comentario